dijous, 6 de setembre del 2012


El fanstasma cibernético y post-identidad


Todos los cuerpos tienen fantasmas, espectros cualitativos y temporales que formaron la identidad de un cuerpo humano durante un pequeño período de tiempo, hasta que el cambio inoportuno o deliberado borraron la cualidad estática del ser idéntico e inalterable. Los espectros del cuerpo humano se almacenan como distintas formas del ontos humano en su memoria interna y en la externa de quien permanece en contacto con la forma y superforma del cuerpo y la mente de este último.[1] Estos espectros permanecen bajo memoria en la mente de quien rindió cuenta de ellos ante los demás y la realidad. Es la parte transcendental de la identidad lo que se almacena en forma de espectro de tiempo y no de espacio en un dispositivo hardware de lectura y escritura.

El cuerpo mejorado y des-humanizado proyecta la imagen-espectro bajo la forma fantasmagórica de la mecánica conjuntiva y biosoldable. Los nuevos resortes y sellos de silicio se funden con la carne natural y denigrante para conformar la xenoforma del humano cibernetizado. Su imagen es la del cuerpo anómalo y su ser es el del fantasma. El ser imaginado y fantástico es el que habla en el espacio meca-vital de un nuevo ser fantástico. Su fantasía es la del uno destruido y reconvertido en un cuerpo múltiplo y cambiante de aspectos sintéticos y ruidos fobocientes[2]. Y la figura fantasma no es más que el pasado eidético y unífico que representó su identidad y personalidad. Fantasma como espectro pasado del ser y el tiempo orgánico bajo una plataforma de vatínica y mecanorgánica[3].








[1] Forma: identidad del sujeto corpóreo.
   Superforma: Cuerpo orgánico del sujeto delimitado por unos contornos o por su presencia.
[2] Fobociente: Que aterroriza o transmite miedo a los demás.
[3] Vatínica: De vatio. Que transmite electricidad.