Alienspermia:
El lado oscuro de la biogénesis
<<En un lugar perdido del espacio, en un tiempo que nadie
podía recordar, un diminuto punto en el firmamento comenzaba a aclarar la forma
de un mundo en crecimiento. Las colinas ya se habían levantado, las llanuras
empezaban a dibujar las líneas de los ríos y lagos, y la tierra parecía
dispuesta a su siguiente paso. En la lejanía, a través de las nubes, venida de
muy lejos en el tiempo y el espacio; una sombra cubría las rocas y los
escarpados abismos que relataban el origen de un mundo naciente. Tras las
llanuras escarpadas, a los pies de una catarata esa sombra empezaba a tomar
forma ante el mundo que la veía. Su leve toque con la tierra y el barro que la
circundaba auguraba la venida de un nuevo visitante a este mundo. Al cabo de un
tiempo, la figura de un ser robusto y esbelto, no muy distinto a nosotros, iba
paso a paso hasta la cima del abismo en el que un gran rio vomitaba la simiente
de la tierra que afloraba. Allí, en el filo más alto del terreno, ese ser
portaba un cáliz con la simiente extraña de un mundo distinto y anómalo. Un
sorbo del cáliz dejó la copa vacía y al cabo de unos segundos este ser la dejó
caer llevado por el espasmo que le había causando en su interior. Como si del
mismo mundo se tratase, el cuerpo de este humanoide empezó a mostrar los signos
de la descomposición. Sus células y estructuras que formaban su ser se estaban
deshaciendo en miles de pedazos. Entre sollozos y gritos, cayó de bruces ante
el abismo y se dejó caer al agua que lo
arrastró hasta el fin del acantilado donde al poco tiempo sólo quedaba de él el
rastro celular de su cuerpo que de nuevo empezaba a tomar forma y a unir los
hilos celulares que se habían deshecho. Llevado por la corriente, el
cuerpo en su totalidad fue transportado a través de los ríos y afluentes
formando parte de la tierra y el aire, coronando las más altas cumbres y las
cavernas más sombrías. Y, al cabo de los milenios, algo empezó a moverse sobre
la tierra>>. Relato
cinematográfico. 2012.
Este tipo de encuentros entre
una forma de vida y un territorio devastado o inhabitado por seres semejantes a
él es una constante de los descubrimientos que marcaron la expansión colonial y
conquistadora de los siglos que precedieron al descubrimiento del Nuevo Mundo.
En este caso en concreto, tenemos el paradigma de cierto tipo de panspermia
voluntaria o alienspermia en la que un ser con razón y voluntad sobre sus actos
deposita parte de sí o de su “esencia” en la tierra yerma para que la simiente
que lo formaba se expanda por el tiempo y el espacio del lugar que habita. No
sería de locos pensar que la vida en la tierra pudo comenzar con la
fragmentación de rocas espaciales que en su interior portaban los principios
básicos de vida ya formados y conformados, esperando un depósito sobre el que
expandirse y desarrollarse. Las teorías actuales sobre el origen de la vida en
la tierra toman como posibilidad de peso este hecho, pues se demostró no hace
mucho la existencia de los elementos básicos para la “vida” en la estela de
ciertos cometas que circundan nuestro sistema de planetas. Esta sería, en
cierto modo, la panspermia espacial de vida primigenia, o cierto tipo de
inseminación artificial sobre los mundos carentes de vida. El otro aspecto no
menos posible pero más de lado de la ciencia ficción que de la Ciencia, sería
la alienspermia o diseminación y propagaci ón de vida por una
inteligencia con voluntad de expandir su “vida” allá donde va. Este ejemplo ya
se ha visto en la enciclopedia cinematográfica de la modernidad y también en
muchos otros relatos de terror y génesis tenebrosa.
Es esta última, la génesis
tenebrosa, la que podría estar detrás del origen de la vida en el planeta que
llamamos Tierra, o en otros que no se han descubierto. Situarnos en la
perspectiva de que tal vez fuéramos creados por otros, no ya como seres “Homo”
sino a la vida en su totalidad sobre la tierra, nos lleva a plantearnos lo
absurdo de nuestro origen pues ¿qué sentido habría tenido tal hecho? O, tal
vez, no lo tuviera. Pensar que nuestra existencia sobre la tierra es producto
de un accidente o de una voluntad que quiso que esto fuera así en la Tierra nos
lleva a preguntar el por qué de tal acto de creación. ¿Tuvo un objetivo? Y si
lo tuvo, cuál fue?. La visión de una Génesis con un principio absurdo y carente
de sentido es lo que, en términos occidentales, aboca al sentido hacia la nada.
Muy probablemente las personas evitamos pensar que nuestro origen en la tierra
es producto de la nada y tendemos a “crear” nuestro propio imaginario divino
con una voluntad caritativa y bondadosa que nos brindó la oportunidad de vivir
para adorar a la divinidad como creadora de seres y mundos. Tal vez sea la soledad de la divinidad la que obliga a la
creación de seres que la acompañen en su existencia en forma de adoración
incondicional. Sea o no sea así nuestra existencia sobre la tierra es un hecho,
y que se haya intentado crear “vida” semejante a la nuestra tambi én lo
es. Aunque parece ser que falta cierto elemento en la cadena de hechos que
forma la vida como la vemos aquí y que aun no se ha conseguido encontrar. Tal
vez sea algún principio tecno-divino, como la simiente de nuestro relato, la
que facilita el Origen de vida y su procreación de modo ilimitado. Que no
poseamos esa simiente no significa que no se esté intentando descubrir, y esto
ya es motivo suficiente para pensar que si nosotros podemos crear vida y muy
probablemente llevarla a otros mundos, no significa que ya lo hayan hecho
“otros” antes que nosotros. La colonización del Nuevo Mundo, de la Luna y de
Marte, ya es una alienspermia en toda regla.