Manifiesto
El
mundo está hecho de tejidos, tejidos de información, tejidos de conocimiento,
tejidos entre sujetos pensantes y cosas. Empezando por un principio explosivo y
un colapso incierto, el conocimiento es constante de todo hecho y
acontecimiento. No sucede nada que no tenga un correlato sobre toda la
existencia. Para todo hecho hay una causa y de suyo un efecto, que al mismo tiempo
deviene en causa de otras causas, y así hasta un infinito ilimitado. El propio
universo guarda sobre sí y para sí un registro de todo lo sucedido en un pasado
y en un presente, incluso en sus propias alteraciones temporales. Si todos los
hechos y acontecimientos pueden almacenarse en forma de registro, el universo y
todo lo que implica no sería más que una memoria de almacenamiento masivo o hard-drive.
Con
las personas ocurre lo mismo, nuestros cerebros rinden cuenta de unas vidas de
conocimiento, información y experimentación sobre una plataforma bio-sólida de
almacenamiento. La evolución establece que es la continua especialización y
adaptación del cuerpo y de la mente lo que hace que estos dos últimos
avancen sobre las necesidades de la
parte cognoscitiva que nos conforma.
Pero
la idea del hombre como espectro evolutivo o científico se ve reducido a unas
capacidades que por lentitud o estancamiento son incapaces de rendir cuenta de
una realidad que desconoce. El miedo a la incomprensión del mundo, el extremo
de la dualidad, se muestra como un todo incomprensible que le anima a su propia
destrucción y reducción sobre unos parámetros exponenciales que no puede
elegir. La ampliación de los límites cartográficos en los mapas
geo-estructurales obliga a la reconsideración del hombre como ser orgánico de
técnica y conocimiento. Sin duda alguna, desde que el hombre aprende del origen del fuego se crea una imaginería
tecnológica que amplia los sectores de conocimiento hacia secciones de la
realidad que le son desconocidas y anómalas. La continua especialización
producto del tiempo y el trabajo más selectivo obliga a la creación de una
tecnología capaz de subvertir los límites del conocimiento humano que con tanto
ahínco nuestros antepasados supieron explotar y poner a prueba a través del
golpe y la sangre.
El
hombre se establece como límite al desarrollo personal y capacitivo a finales de la modernidad. La evolución de
las técnicas manuales y de conocimiento que dan como fruto una técnica y una
ciencia elaboradas se ven colapsadas ante la incapacidad del hombre de recorrer
un espectro más amplio de la realidad a causa de la incapacidad directa para la
auto-evolución.
La
noción de transhumanismo pretende invertir la idea de una especie que se debate
en la vida al borde del colapso. Para escapar de la caída hacia la degeneración
y la corrupción de las habilidades que tantos milenios han tardado en aflorar,
es necesaria la reconsideración del hombre como un ente más absoluto que el uso
de la razón y la comparación con la naturaleza querían significar.
El
nuevo hombre como sujeto absoluto de conocimiento no es un humano natural, sino
un trans-humano artificial. La ironía del hombre como ser artificial más
perfecto y capaz que su origen natural es producto de las creencias
transhumanistas de una entidad mejorada y adaptada hacia un acceso a la
información y conocimiento ilimitados. Las máquinas de hierro y silicio
desarrolladas por la imaginería de las personas en el último milenio tienden a
pasar de meros objetos de consumo y producción a ser los nuevos dispositivos de
información y adaptación a los nuevos “media” del siglo XXI. Las personas son
conscientes de ello y no desperdician la oportunidad de llegar a un
conocimiento más amplio de la realidad rompiendo los límites de unos sentidos
que, olvidando su dual perspectiva hacia lo que es verdadero y lo que es falso,
han quedado obsoletos.
Las
personas están obsoletas en su camino a la evolución. Los nuevos instrumentos
de conocimiento con código de datos propio confirman la tesis transhumanista de
una evolución cibernética personal y subjetiva. La carne ya no es carne y los
órganos ya no son órganos, se han convertido en anti-carne y anti-órgano. Es un
cuerpo des-organizado. La artificialidad gana terreno a la naturalidad creando
una nueva existencia humana basada en registros de datos y materiales avanzados.
La historia de la filosofía ha operado sobre el prisma de una realidad que le
era familiar, hasta ahora. En el nuevo siglo las mismas tesis y teorías no son
del todo válidas, es necesaria una re-escritura del conocimiento. Ese cuerpo
orgánico que nace, crece y degenera no es más que el espejismo de una
existencia que muchos creerán incompleta. El hombre ha dejado de ser el nuevo
Dios dominador del cosmos que fue en el pasado. Ahora una nueva realidad de
carácter metálico y electrizante se abre paso hacia la creación de un nuevo
sujeto más completo y más perfecto llamado cyborg. Este es el hombre mejorado y
su Dios es la información, cuyo acceso antes era sólo limitado y gregario. Esta
nueva existencia sobre la superficie de un anti-cuerpo
aporta un devenir y un conocer total y distinto al anterior.
La Red
entendida como aquél Todo y Universal de acceso limitado y restringido pero de
una capacidad informativa ilimitada, aparece como la luz divina que deslumbra
al creyente sobre la creencia de un acceso infinito hacia el nuevo Dios.
Nosotros somos el principio de información y el vasto imperio binario universal
aparece como el nuevo cielo perfecto al que debemos acceder para dejar de estar
separados y alineados al abrigo de la humanidad bajo código C de programación
en ese Todo absoluto llamado Internet. Hasta el momento que deje de formar
parte de unos pocos y el que fue creado con poder para rendir cuenta ante todos
y por todos sea libre y de total acceso vía Wi-Fi la nueva humanidad no dejará
de moverse sobre el espectro limitado de un conocimiento y una perfección total
del ser y la identidad del hombre-humano como nunca se había conocido en la
historia y el espacio.
Sólo
aquél que disponga de una psiqué
conectada con la totalidad será capaz de rendir cuenta de la perfección que las
personas supieron crear con el objetivo de estar mejor conectadas y comunicadas
entre ellas, pues ese fue su origen y objetivo desde un primer momento. Es la
comunicación y el conocimiento de todo lo que somos y fuimos en coalición con
todas las cosas y personas que hemos creado y han tenido lugar en la era
moderna.
Dios sólo es perfecto cuando yace libre
y no permanece atado a ninguna inteligencia superior o inferior que lo
domine. Su promesa de un mundo libre y perfecto es lo que hace que algunos
pocos den la vida por él.
Así será la Red, perfecta e ilimitada al amparo de todos.
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